El injerto en plantas es la unión de una porción de tejido vegetal viviente de dos plantas distintas para que se desarrollen como una sola planta. La técnica de injerto permite cultivar especies sensibles a ciertos patógenos sobre suelos infectados, utilizando el sistema radicular de portainjertos tolerantes o resistentes, y la parte aérea de la variedad a cultivar. El injerto es una técnica que proporciona de manera natural, resistencia a plagas y enfermedades del suelo como son hongos y nematodos, minimizando el uso de agroquímicos, como el uso del bromuro de metilo, el desinfectante de suelo más efectivo y universalmente utilizado pero prohibido por su efecto destructivo sobre la capa de ozono.
El injerto en hortalizas se inició en corea y Japón alrededor de 1920, injertando sandía sobre portainjertos o patrones de calabaza. En Europa, los horticultores holandeses participan en estas técnicas desde 1947. En México la técnica del injerto se empieza a desarrollar a nivel comercial en diferentes empresas agrícolas de tomate y cucurbitáceas, principalmente en los estados de Sinaloa, Jalisco, Sonora, Colima, Edo. De México, Baja California Norte, Baja California Sur, Guanajuato, Michoacán y San Luis Potosí.
El principio del portainjerto es sencillo, en primer lugar, porque las raíces del portainjerto son resistentes contra enfermedades del suelo, mediante un portainjerto se evita que los patógenos penetren en la variedad. En segundo lugar, el portainjerto ofrece más vigor a la planta durante su crecimiento. Las plantas injertadas contribuyen a incrementar la calidad del cultivo y la tolerancia a enfermedades del suelo, tanto en cielo abierto, casas sombra e invernaderos. También se ha demostrado que el injerto de plantas hortícolas puede ser efectivo en casos de excesos de algunos nutrimentos como el boro.
Ilustración 1. Plántula de tomate injertada, sujetada con pinza de plástico
Patrones o portainjertos.
Los patrones o portainjertos son las plantas cuyo sistema radicular sirve de soporte a la variedad a cultivar, evitando su contacto con el suelo. Un portainjertos debe reunir las siguientes cualidades:
- Ser inmune a la enfermedad que se desea prevenir.
- Que no haya ningún otro parásito del suelo que le afecte.
- Que tenga vigor y rusticidad. - Tener buena afinidad con la planta que se injerta.
- Contar con plántulas en buenas condiciones para la realización del injerto.
- No modificar desfavorablemente la calidad del fruto
Propósito del injerto en tomates.
Tolerancia a enfermedades.
En los cultivos hortícolas el principal objetivo es prevenir enfermedades producidas por hongos en el suelo. La variedad sensible a cultivar se injerta sobre una planta resistente a la enfermedad que se desea prevenir.
Incremento en rendimiento.
Dieleman y Heuvelink (2005) mencionan un incremento del 5 al 15% por efecto de injertar el tomate, asumiendo un buen manejo y adecuada compatibilidad entre el portainjerto y la variedad, en el caso de ciclos largos. El rendimiento está fuertemente correlacionado con un buen vigor de la planta y la resistencia mostrada por el portainjerto a ciertas enfermedades.
Efecto del injerto sobre el calibre del fruto.
El tamaño de los frutos, en hortalizas injertadas llega a incrementarse algunas veces, si se compara con frutos de plantas no injertadas. Sin embargo, también el color del fruto, espesor de la corteza y concentración de los sólidos solubles, pueden ser influenciados por el portainjerto.
Factores que influyen en la unión del injerto.
- Temperatura.
- Humedad.
- Superficie de contacto.
- Técnica de injerto.
- Oxígeno.
- Patógenos.
Ilustración 2. Plántula de tomate
La Temperatura.
Influye poderosamente en la división celular, por lo tanto, en la formación de tejido de callo y la diferenciación de nuevos haces vasculares. Con temperaturas muy bajas o muy altas los procesos se aletargan o paralizan, la temperatura óptima durante la fase de unión es entre 25-28 °C.
Humedad
Es necesaria la alta humedad relativa para que no se deshidrate la púa que está sin raíz, antes de que selle la unión, por lo que la tasa de supervivencia y calidad del injerto mejoran cuando se mantiene la humedad relativa del 80-90%.
Superficie de contacto.
Un contacto eficaz depende del número y disposición de los haces conductores en las dos plantas que se injertan y de disposición de las zonas de corte que están en contacto. En el tomate, los haces conductores están dispuestos en círculo, alrededor del tallo. Si el portainjerto y la variedad tienen diámetros similares en la zona de unión, la proximidad entre los haces vasculares de las dos plantas es máxima y, por lo tanto, la facilidad de la unión también lo es.
La técnica de injerto utilizada.
El tipo de injerto (corte de portainjerto y variedad) varía dependiendo el tipo de planta, en el tomate el tipo de injerto que se utiliza es el de empalme, el cual tiene grandes requerimientos climáticos, siendo muy delicado el manejo de las plántulas después de realizar el corte y hasta que cicatriza la herida.
Oxígeno.
La división y crecimiento de las células van acompañadas de una respiración elevada, por lo que es necesaria la presencia de oxígeno en la unión del injerto para la producción de tejido de callo.
Contaminación de patógenos.
En ocasiones bacterias y hongos entran en el corte, las cuales causan la pérdida del injerto. La limpieza y desinfección, es uno de los requerimientos básicos para la realización de la práctica de injerto. Condiciones ambientales en la fase posterior al injerto. Es necesario controlar la temperatura y humedad relativa para asegurar que, en la fase posterior al injerto, no se marchite ni el patrón ni la variedad.
En México, el injerto en tomates es usado en todos los invernaderos de alta tecnología y se empieza a utilizar en invernaderos de tecnología intermedia incluso en campo abierto a nivel masivo.
Bibliografía
Castellanos, J. Z. (2011). Manual de producción de tomate en invernadero. Celaya, Gto: Intagri.
ROJAS, J. A. (2010). Efecto del injerto en la producción de tomate (Lycopersicon esculentum. Escobedo, Nuevo León.