La lechuga es una planta nativa del Mediterráneo, cuyo cultivo pudo haber iniciado en el año 4500 AC, como ya mencionamos, por la extracción de aceite de sus semillas. El cultivo de lechuga actual pudo haberse derivado de la llamada silvestre o espinosa Lactuca serriola. Las formas primitivas se perdieron y desaparecieron. Las formas actuales se desarrollaron en Europa en el siglo XVI y ya en los siglos XVI y XVII se describieron varios colores de ella con hojas similares a las del roble de ese continente.
Requerimientos de la lechuga para su óptima producción
La lechuga presenta su mejor desarrollo con temperaturas entre los 15 y 18°C y aunque la germinación puede iniciar hasta un mínimo de 5°C, el óptimo se presenta entre los 16 y 20°C siendo esta última la mejor. Las plántulas son tolerantes a bajas temperaturas entre -5 y -7°C, pero las plantas maduras son sensibles a temperaturas que bajen de cero, dañando las hojas externas principalmente. Las condiciones cálidas y secas ocasionan la formación de semillas, que ocurre cuando las temperaturas rebasan los 20°C y se mantienen noche y día.
La lechuga es un cultivo con poca profundidad radicular y de los cultivos hortícolas uno de los que mejor responden al riego. Los métodos de riego que permiten frecuentes aportaciones de baja cantidad de agua producen elevados rendimientos y altas eficiencias en el uso del agua, obteniéndose la máxima producción cuando la humedad del suelo es alta y continua en toda la fase vegetativa del cultivo, recomendándole mantener la humedad del suelo en umbrales próximos a la capacidad de campo durante todo el ciclo del cultivo.
Estudios sobre la humedad del suelo en lechuga Iceberg
Sammis (1980) evaluó la eficiencia del agua de riego por aspersión, goteo y surcos manteniendo diferentes niveles hídricos en el suelo, consiguiendo elevar en un 21% la eficiencia de riego por goteo respecto a riego por aspersión cuando el potencial mátrico del agua mantenido en suelo fue de -21 kPa, y del 49% cuando el potencial descendió a -60 kPa. Respecto al riego por surcos, el riego por goteo elevo la eficiencia en un 50% manteniendo en el suelo un potencial de -60 kPa.
Sing y Alderfer (1966) observaron que la biomasa fresca y calidad del cogollo disminuyen a medida que desciende el potencial mátrico del agua en el suelo, constatando la alta sensibilidad de la lechuga al déficit hídrico, más sensible durante la formación del cogollo que en las primeras fases de crecimiento. Sutton y Merit (1993) recomiendan regar cuando el potencial mátrico del agua en el suelo a 30 cm de profundidad alcanza los -20 kPa. Rincón y Sáez (1997) en riego por goteo, consiguieron la máxima producción manteniendo a máxima densidad radicular potencial mátrico de -20 kPa durante todo el ciclo del cultivo.
El riego en lechuga
El cultivo de lechuga requiere una lámina de riego de 50 cm, más 10 cm de lavado de sales. La lámina de riego puede ser distribuida en 6 mm diarios de agua durante los meses frescos (otoño-invierno) y 10 mm durante los meses cálidos (primavera verano). Por gravedad, de preferencia por multicompuertas, el cultivo requiere de seis a siete riegos, aunque por la eficiencia de riego parcelario, la lámina de agua se ve incrementada hasta 80 cm/ha y por presurización es posible aplicar láminas de riego de demanda diaria. Sin embargo, como son volúmenes de agua muy pequeños, se sugiere aplicar riegos con intervalos de dos a tres días para prevenir alguna eventualidad en el funcionamiento del equipo que requiera reparación y evitar daños a la planta por estrés de humedad.
Control de la humedad en el suelo
Aunque la estimación de las necesidades de agua y la programación de riego sea acertada, es recomendable controlar la humedad del suelo al efecto de corregir el exceso o el déficit que pudiera afectar al crecimiento de las plantas y a la eficiencia del agua de riego. Suelos excesivamente húmedos producen pérdidas de agua en profundidad, falta de aireación y consecuentemente inhibición de la transpiración del cultivo. Si además dicha humedad se mantiene cerca del tronco de la planta se pueden producir podredumbres en el cuello o enfermedades fúngicas y la muerte posterior.
En caso de déficit hídrico prolongado, el crecimiento vegetativo y el engorde y calidad del cogollo de la planta podría ser afectado. Para prevenir estos problemas conviene controlar la humedad, existiendo diversos métodos que miden directa o indirectamente el contenido de agua en el suelo. La medición directa nos facilita el porcentaje de agua volumétrica y la medición indirecta el potencial mátrico del agua en el suelo.
Los intervalos de potenciales mátricos medios orientativos a mantener a máxima densidad radicular varían entre 15 kPa para suelos de textura franco-arenosa, 20 kPa para suelos de textura franca y 25 kPa en suelos de textura franco-arcillosa. La lectura de la sonda situada a máxima densidad radicular (más alta) nos indica cuándo se debe iniciar el riego y la situada a máxima profundidad a máxima profundidad radicular regula la cantidad de agua aplicada en cada riego, es decir la dosis de riego.
Proain Tecnología Agrícola te ofrece las herramientas que necesitas para controlar los riegos en tu producción para evitar pérdidas causadas por estrés hídrico y obtener productos de calidad.
MEDIDORES DE HUMEDAD DEL SUELO
Bibliografía
INIFAP Centro de Investigación Regional Centro . (Julio de 2011). Fertirrigación en el cultivo de lechuga en Guanajuato Campo Experimental Bajío. Guanajuato , México.
Revista "Claridades Agropecuarias". (s.f.). La lechuga: dos caras de una moneda . Claridades Agropecuarias , 3-10.
Sánchez, L. F. (2008). La fertirrigación de la lechuga . España: Grupo Mundi-Prensa.